domingo, 14 de noviembre de 2010

Si la memoria te deja

Despertó con la primera brisa del alba. Estaba una vez más frente al piano de cola, evocando el recuerdo de su silueta, de su vestido escarlata. Se había condenado a una doctrina de desvelos y hambrunas febriles, exhortando a cada resquicio de su decrépita memoria a recrear un día más el momento en que ambos descubrieron sus miradas, mientras el mundo continuaba su curso normal y nadie parecía inmutarse ante ello. Todo había cambiado a su alrededor, incluso las polutas del aire que, vistas a contraluz, parecían suspendidas en la densidad de ése ambiente con aires de monasterio, habitado por un poco más que un par de descoloridos muebles dispuestos al azar, todos ellos abarrotados de libros y folletines, carcomidos por el inexorable paso del tiempo, más cruel que el mismísimo Satán cuando de impiedad se trata; pues no solo se llevó consigo el color y los ápices de las tantas tragedias clásicas que los ojos de este anciano ateo repasaron en sus mejores tardes de invierno, sino que también tomó posesión del color de sus cabellos, de la lozanía de su rostro y por último, del recuerdo de una dama que cambió las coordenadas de su ruta cuando apenas tenía dieciocho años.
No esperaba algo más de la vida, a menos que ése algo supusiera el retorno a los aires de viñedo, al calor de la cabaña que recordaba haber construido en su juventud. Y es que, en medio del suplicio que el olvido le hacía padecer, buscaba con desesperación algo de alivio entre la correspondencia pasada, amarillenta de antigüedad, con el humor de una lluvia tan vívido como la tinta que impregnaba cada hoja de papel, cada retazo de una vida que él no alcanzaba a recordar.
Lloró como no podía recordar haberlo hecho la noche pasada, intentando sosegar el inminente vacío que enclaustraba su existencia. No había a su alrededor más luz que la ofrecida por un sol poniente, reflejado en el rellano de la misma cabaña que éste anciano construyó en un año de excelente cosecha, año en que sus vinos alcanzaron notable fama en la parte baja de Sudamérica, año en que no le resultaba difícil guardar en sus recuerdos las sonrisas de la dama que cautivó su corazón.
La primera brisa del alba llegó a su rostro, apoyado una vez más contra las partituras del piano de cola; pero algo había cambiado: esta vez el anciano no despertó con ella. Había dejado esta vida, fascinado con la magnitud que alcanzó el dolor de poseer una vida que no recordaba haber vivido. Los sobres y papeles amarillentos descansaban en el rellano, abandonados y en desorden, fieles testigos de los últimos estertores del infortunado desmemoriado.
Es aquí donde llega la dama de vestido escarlata, a llorar la miseria de su fallecido esposo, quien se torturó cada día de sus últimos diez años intentando recordar el momento en que sus miradas se conectaron, el momento en que le pidió que fuera su esposa.

sábado, 14 de agosto de 2010

Reflejada en el espejo de Julieta

Ella nunca pidió ser algo más que una idea; una hermosa y nociva quimera que fue calando en la vida de todos aquellos que participamos de su creación y existencia.
Tiene los pies ligeros, un andar casi danzarín que sortea todas las delicias imaginables de la primera infancia, se regodea con las astutas miradas que intentan- entre sonrisas y otros tantos artificios-hacerla caer en contradicciones con su naturaleza de muñeca rota; inhibirla hasta el hartazgo;quebrarla en frustraciones ajenas a ella y terminar fatigando su innegable encanto.
Su dulzura no empalaga; por el contrario,en cierta manera, incita a la ternura.Por un instante siento que cura mis miedos internos, al menos lo que dura su cándida sinfonía de labios carmesí y ojos de centinela;esa sonrisa que tantos halagos se ha ganado y se corona como el virus más contagioso de los últimos inviernos. Miles de astros orbitan a su alrededor, se conjugan todos en un cuadro casi infinito, casi imperfecto, el universo detiene su curso normal y se quiebra en un eco que reconforta, que me regresa a su habitación en tinieblas, contemplando su juego de té de porcelana japonesa, sus primeros trazos inmortalizados en el papel tapiz, interrumpidos por un espejo de cuerpo entero, donde se refleja cada mañana, antes de saludar al nuevo día y emprender mil y una odiseicas batallas de infante preescolar.
Tiene un listón rosa , que hace juego con sus zapatillas de ballet; solo interrumpe su apacible semblante si alguien intenta removerlo de su cabellera azabache, es parte de ella ahora, lo lleva siempre puesto y se complace si alguien le concede un halago por ello.
No tiene planes fijos aún; solo sabe que mañana asistirá, como todas las semanas, a sus clases de violín, y que esta Navidad tampoco verá a su abuelo.Todo seguirá su curso normal, sé que estará bien mientras pueda dibujarse junto a su poodle negro- tan pequeño como ella- y a mí sosteniendo su mano,como quien guía los pasos de un forastero y no tiene mayor apuro en hacerlo, como si ignorara el hecho de que no soy yo quien dibuja la ruta de nuestra vida en común, como si hubiera olvidado que es ella quien va al volante.
Julieta sabe que mañana las cosas estarán bien, tal como planeé que lo estarían, hace dos años, cuando fue concebida por primera vez.

sábado, 17 de julio de 2010

Descubro una vez más que es mejor no intentar develar secretos, incluso los ajenos; néctar cuasisagrado, invitaciones a la tortuosa intriga. Es mejor dejar atrás ese sucio, tal vez mórbido, inquietante y deleitoso afán de intrusión; buscar satisfacción en lo poco o mucho que alguien esté dispuesto a ofrecernos, a compartir y repartir en confesión sincera, siempre voluntaria, siempre sincera.
Es inevitable; te veo y deseo conocerte, necesito hacerlo. Llámalo insania o simple inconformidad; quizás lo que en verdad ansío es llenar cada uno de mis vacíos con un poco de aquello que no compartes cuando hablamos , eso que siempre queda atrás en tu discurso, parlamentos no pronunciados, sentencias no declaradas en juicios pactados.
Es inevitable porque sigues siendo un ente extraño, porque no fui dotada de poderes que superaran a los sentidos, porque quisiera penetrar en tu psiquis y adoptar tus formas, solo por un momento, solo hasta ver saciada mi sed con el almíbar de tus misterios, hastiarme de lo que eres tú y también de lo que soy yo; desear nunca haberte conocido, desear no haber deseado jamás la oscuridad de tus manifiestos y solo así, entender que tú no quisiste ser conocido; caer en cuenta de que apareciste por una mera e infame casualidad en el camino de los mortales; que es prohibido intentar hacer frente a la naturaleza, que a veces es mejor tomar lo que te ofrecen antes de llorar frustrado sobre la nada.

sábado, 3 de julio de 2010

Si tú me lo pides

Cae una vez más el combatiente ,evocando la partida del fiel amigo
cae y no quiere levantarse
no grita,no llora,no mira siquiera
a este moribundo combatiente no acercose nadie que le dijera que lo amaba;estaba mejor así,al menos eso me decía.El mundo caminaba sin él,y él , él odiaba al mundo,y a la vida también.
Porque él se fue junto con su amigo,y cada día vivía un poco menos; abrazó a la muerte y nunca más la soltó.
y así se desvaneció frente a mis ojos;nunca más estuvo aquí
Contéstame ahora combatiente ¿Encontraste paz en el dolor?

sábado, 26 de junio de 2010

CarTaS a MeDiaNoChE

No es saludable leerte entre sueños
cuando todo está curado y dejas de ser mi vicio
Estás parado bajo el umbral de esta utopía
tentando entre lo letal y lo furtivo

Estás aquí y te he perdido
olvidé hablar mientras callabas
iba muriendo con cada uno de tus silencios
con cada beso que no me dabas

Has vuelto a mí esta noche
Selene es testigo de nuestro encuentro
estás aquí , y sin embargo ausente

Huyes una vez más al recuerdo
del cuento que jamás me contaron
ojos negros, espectro delator.